CONVOCATORIA NUM. 63. INTELIGENCIA ARTIFICIAL, ENTIDADES HUMANAS Y PROCESOS DE SUBJETIVACIÓN EN UN ORDEN SOCIAL TECNOLIBERAL

2024-08-17

 

Coordinación:  Enrique Hernández García Rebollo y Evelyn Georgina Valencia Mejía

El 30 de noviembre de 2022 se puso a disposición del usuario promedio de Internet la hoy famosa aplicación ChatGPT, una inteligencia artificial (en adelante IA) que funciona como un Chatbot de gran potencia. Si la aparición de internet y, posteriormente, la consolidación de las redes sociales digitales, vinieron a modificar significativamente a nuestras sociedades en las últimas décadas, el uso extendido de la IA implica una serie de problemáticas nuevas. En la revista Tramas. Subjetividad y procesos sociales consideramos fundamentales los cambios que ya se están generando en nuestras sociedades en ámbitos tan heterogéneos entre sí como la precariedad laboral y la existencia en el mercado de robots sexuales, lo mismo que en el plagio de documentos académicos y las fake news, pasando por la existencia de estudiantes que se alimentan de ideas germinadas en múltiples redes sociales y otros espacios digitales, dejando de lado valores tradicionales que caracterizaban a instituciones como la escuela o la familia. Todos estos temas de hecho se han entretejido entre sí, debido precisamente a prácticas sociales posibilitadas por las tecnologías digitales, impactando sobre todo a los jóvenes. Una de las preguntas que más se repiten a la hora de pensar en estos temas, o mejor aún, en la encrucijada que emerge a la hora de analizar tantas problemáticas conectadas por un eje en común, posee un carácter ontológico: ¿qué nos hace ser seres humanos?

Si las máquinas lograron sustituir habilidades físicas de manera tan clara y contundente que hoy en día la existencia de aparatos electrodomésticos es todo un universo, ¿qué se puede esperar de máquinas “pensantes” que pretenden incidir en las capacidades del ser humano en la esfera de lo cognitivo e inclusive de lo afectivo? Las comillas responden a que evidentemente es cuestionable afirmar que este tipo de máquinas piensan. Más aún que puedan tener emociones. No obstante, los efectos que estos cuestionamientos ya tienen en la población en general, y en políticos y empresarios interesados, parecen dar pie a que se den por hechas estas ideas. Por ejemplo: ya existen empresas que venden servicios para poder “conectar” (platicar) con los seres queridos muertos. No está de más decir que ya hay personas que contratan este tipo de servicios. Aún más: de acuerdo con expertos en el mundo de los negocios, es ésta una de las áreas más prometedoras en términos financieros en un futuro próximo... Los intereses comerciales y políticos en un entorno así son tan atractivos que este tipo de tecnologías muy probablemente seguirán influyendo en cada vez más esferas de las vidas de las personas, trayendo consigo escenarios muy difíciles de predecir. En este entorno, en el que temas abordados por la ciencia ficción hace un par de décadas se asemejan en demasía a situaciones hoy reales, surgen algunas preguntas: ¿qué tipo de procesos de subjetivación se están gestando actualmente?; ¿cómo afectará el uso indiscriminado de la IA a las generaciones nacidas en el último lustro?; ¿qué tipo de reconfiguraciones epistemológicas emergerán al pensar conceptos como pensamiento, lenguaje, emociones y subjetividad?; ¿qué consecuencias traerá consigo la extensión del uso de estas tecnologías dentro de un orden social tecnoliberal, en el contexto de las mutaciones capitalistas contemporáneas? En este órgano editorial consideramos que es indispensable un posicionamiento crítico, tanto en un sentido político como en uno teórico, ante tales inquietudes.

Dando un brevísimo preámbulo histórico, en Así habló Zaratustra (1883-1885) Nietzsche afirmaba que Dios había muerto, con todas las implicaciones que esa especie de profecía filosófica nihilista vino a generar en la posmodernidad. Más acá de nuestra época, en 1966 Foucault sugería en la última página de Las palabras y las cosas que el Hombre, como figura histórica, epistemológica y cultural en Occidente, era una forma próxima a desaparecer, cual rostro en una playa de mar, arrastrada por la fuerza de las olas. El nombre de Elon Musk luce extraño entre el de los dos filósofos anteriores, pero acompasa e incluso acentúa no solamente esas ideas, sino que está llevando a cabo proyectos similares, aunque con fines distintos. También, con acciones muy concretas: la existencia del dispositivo Neuralink y su implantación en cerebros humanos ya es una realidad. Entre otras cosas, Musk habla de la posibilidad de que se produzca así una comunicación inmediata y pura, sin palabras, de “cerebro a cerebro”... Una vez más, los cuestionamientos críticos nos saltan escandalosamente. No obstante, este tipo de hechos ya están produciéndose y existe una clara tendencia a que se fortalezcan en un futuro cercano. Esto, debido al fuerte impulso económico, político y mediático de un conjunto de poderosos actores sociales, que se verán beneficiados por la explotación económica e ideológica que traen consigo este tipo de tecnologías. Lo que Eric Sadin ha denominado “la siliconización del mundo” (2018) en un libro homónimo, consiste no solamente en la explotación sensata de las tecnologías digitales, sino en una especie de inoculación de los valores y las prácticas sociales de Silicon Valley. Un espíritu empresarial insuflado, elevado al rango de religión laica, la innovación tecnológica constante como solución ante cualquier problema social y una ideología liberal exacerbada son algunos de los ingredientes en este complejo escenario. Todo esto, alimentado por un sistema que ha recibido múltiples adjetivos: capitalismo cognitivo (Boutang et al, 2004), capitalismo gore (Valencia, 2010), economía de la atención (Wu, 2020), capitalismo de la vigilancia (Zuboff, 2020), capitalismo caníbal (Fraser, 2023). Dentro de este panorama sociohistórico, la IA y sus derivados, múltiples aplicaciones y efectos inmediatos ya comienzan a aparecer por varios lados con una contundencia mercantil vertiginosa. De cualquier forma, lo que predomina en la opinión pública, como en otros temas complejos, son las polarizaciones toscas o una simple apatía. Desde personas que ven ya cercano el fin del mundo, hasta otras que hablan de todo tipo de panaceas gracias a la existencia de la IA. Del apocalipsis a la utopía, es indispensable detenerse a pensar. Por ello, en la revista Tramas. Subjetividad y procesos sociales invitamos a la reflexión crítica y creativa dentro del campo de las ciencias sociales y las humanidades, sobre los siguientes ejes temáticos:

 

  • Escenarios y/o consecuencias de la aplicación de la IA en el ámbito de la
    educación.
  • Consecuencias subjetivas del uso de IA y sus inminentes impactos en el mundo laboral.
  • Formas de gobernanza y estrategias de control político posibilitados por la IA.
  • Nuevos movimientos sociales y tipos de resistencia política usando IA.
  • Arte, creatividad y nuevas prácticas sociales generadas a partir del uso de la IA.
  • Sexualidad, amistad y amor en el contexto de las nuevas formas vinculares a partir de la popularización de la IA.
  • Cambios y modificaciones en la concepción de lo que significa ser humano en un panorama en donde la IA será un factor fundamental.
  • Posthumanismos, transhumanismos, cyborgs y otros tipos de entidades híbridas en el contexto de los procesos sociales y modos de subjetivación contemporánea.

 

Para conocer los lineamientos de recepción de artículos, consulte aquí.

Este número temático está planificado para JUNIO 2025

  • FECHA DE CIERRE DE CONVOCATORIA: 15 DE OCTUBRE DE 2024
  • Los artículos deberán enviarse vía correo electrónico a revista.tramas.uamx@gmail.com